HUACACHINA - ICA

martes, 16 de febrero de 2010

TESTIMONIO DE COLABORADOR PERUANO EN HAITI

Pasado un mes del devastador terremoto que sacudió al pueblo haitiano, Aldeas Infantiles SOS Perú comparte con ustedes el testimonio de uno de los 4 colaboradores peruanos que forman parte del equipo de emergencia en Haití.

Estimados amigos:

Es grato saludarlos para contarles un poco sobre la gran experiencia que me ha tocado vivir en este país tan pobre, que además del terremoto, la miseria y la indolencia internacional; tiene un pueblo con una especie de desesperanza aprendida, una sumisión generalizada combinada con un alto grado de corrupción en todos sus niveles. Esto ha provocado que el poder y la riqueza se acumulen en unos pocos; 3 de cada 10 personas solo tienen empleo o mejor dicho subempleo.

Los niños que son nuestro objetivo, antes y después del terremoto eran ya los más afectados; desnutrición en el grado más severo que jamás había observado en un niño, la carne pegada a los huesos y niños que ya no lloran porque carecen de lágrimas para hacerlo. Niños de dos años que parecen de seis meses por el tamaño. Niños quemados. Niños que te piden en las calles que los lleves después de escuchar quien eres y qué buscas como organización. Es muy duro realmente.

Los perros por las calles son cadáveres andantes porque existe tanta necesidad que ni las sobras quedan para ellos. Es un país que no sabe nada de reciclaje, se contamina y se quema como no tienen idea. Los centros comunitarios se asientan en medio de aguas negras y charcos estancados. Cocinan y sirven el alimento de los niños en el suelo. Imagínense el estado de los niños discapacitados, su estado de abandono es peor aún; conocimos a un niño con Síndrome de Down de dos años que ya lo conocían en el hospital, pues había sido abandonado repetidamente.

La Aldea Santo ya supera a los 200 niños, cada madre cuida a 20 niños; y tenemos que recibir en breve a 300 más, pero la demanda supera los 40 000 niños. La otra aldea Cabo Haitiano también ya esta colmada. Se requeriría no solo una aldea, sino unas 5 por lo menos. Además, tenemos a los jóvenes de las comunidades juveniles, a los de apoyo externo y a independizados que llegan a pedir alojamiento y ayuda.

Tenemos un problema con el tema educativo. Ya se reactivaron las clases en 8 departamentos, y el proyecto de emergencia funciona en una infraestructura de colegio; si el proyecto educativo no se mueve a otros espacios de manera pronta, más de 700 niños, sin incluir a los nuevos, se quedarán sin educación.

Urge construir aulas también; las universidades e institutos están en el piso y los jóvenes no tienen que hacer ni donde estudiar. Creo que una de las formas, es sacar del país a los jóvenes más talentosos, con el compromiso de darles una buena educación y que luego retornen a liderar. Se que los jóvenes en el pasado tuvieron problemas aquí en Haití, pero confío en un pequeño grupo al que deberían brindarle en estos momentos las oportunidades, pero esto no tiene eco en el plano local ni regional. Solo pienso que nuestro Presidente, Helmut Kutin, fue niño de aldea.

Aquí en la Aldea Santo, recibimos a 33 niños que intentaron ser secuestrados por mafias que venden a los niños, lo peor es que en su mayoría fueron vendidos por sus propios padres, la minoría los regaló para que no sufran o los engañaron.

Todo lo imaginable e inimaginable ocurre en este país, todo es al revés y cada día por donde camines encuentras una nueva sorpresa que te hace reflexionar y, desde luego, requintar y renegar en silencio o con quienes estén cerca a mí.

Comparto momentos especiales con tres colaboradoras de Aldeas Infantiles SOS Perú: Graciela, Luz y Mayra. Fuimos prácticamente los primeros en hacerle frente a todo este pandemonio que cunde por todos lados, dentro y fuera de la aldea inclusive. Por supuesto, nos recibieron colaboradores de Aldeas Infantiles SOS Costa Rica y Alemania. Ellos, además de sus labores, se centran en comunicaciones.

Luego llegaron colaboradores de Aldeas Infantiles SOS Costa Rica y Guatemala, y días después de Colombia, Venezuela, Brasil, Chile, Francia y República Dominicana. Además, trabajamos con los colaboradores locales, rescato a su Director Nacional y al excelente grupo humano que pone lo mejor de sí para los niños haitianos.

Nuestra jornada laboral la pusimos nosotros ante tanta necesidad y suelo acostarme entre las 11 o 12 de la noche y estar en pie a las 6 am de lunes a domingo. Vine por propia convicción y porque nunca terminamos de aprender; no se gana dinero, pero la experiencia nadie te la quita. Estas vivencias te invitan, también, en algún momento a querer quedarte por la cantidad de cosas que hay por hacer e impulsar. El deseo de ser parte de una serie de estrategias que se sugieren y que sabemos que no veremos su cumplimiento en vivo y en directo, me conmueve.

La temperatura supera los 35 grados y eso que estamos en otoño. Los zancudos de la Aldea SOS Esperanza en Perú son los biznietos de los que tenemos por aquí; con decirles que ya debo haber renovado dos litros de sangre. Dormimos con baygon en el ambiente, en un colchón en el suelo; la mayor parte del tiempo, no tenemos electricidad ni agua. Tienes que ser ingenioso para asearte, parezco náufrago.

Nuestro menú diario es arroz con habichuelas (frejoles), con sardinas enlatadas o también almorzamos habichuelas con arroz. Ni frutas ni verduras se pueden comer por la contaminación. El agua no se puede beber así esté hervida. Solo consumimos agua de botella. Nos consolamos imaginando que una galleta es un arroz con pollo, una mazamorra de maíz o una pachamanca. Un solo día comimos sudado de pescado que fue un manjar y otro día chicharrón de chivo.

El terremoto en sí destruyó casi el 80% de la ciudad; no por lo fuerte creo yo, sino por la pésima calidad de las construcciones. En una calle puedes ver un edificio de 7 pisos en el suelo y unos metros más allá una casa de dos o tres pisos sin ninguna fisura.

Bueno, ya les contaré un poco más, luego de tantos días es que puedo sentarme a escribir unas cuantas líneas para ustedes, falta tiempo realmente para todo. Extrañamos a nuestra familia y a todos ustedes. Se que existen como siempre necesidades que atender y temas por resolver, pero créanme que ahora me parece todo tan pequeño a comparación de lo que se observa en Haití; necesidades y dolor que no se asemejan al barrio más pobre que hayamos visitado o tal vez sí, pero multiplicado por miles.

Finalmente creo que esta aldea y el país cambiarían si todos ayudáramos.

Un abrazo y hasta la próxima,

Juan Reátegui Ballón
Director
Aldea Infantil SOS Esperanza

1 comentario:

Anónimo dijo...

A veces creemos que nuestros problemas son los peores verdad? sin embargo leer este testimonio me hace regresar a la realidad e imaginar la situacion de toda esa gente que sufre y solo les queda sobrevivir....